Este fue el origen de Jesucristo:
María, su madre, estaba comprometida con José y, cuando todavía no habían vivido juntos, concibió un hijo por obra del Espíritu Santo. José, su esposo, que era un hombre justo y no quería denunciarla públicamente, resolvió abandonarla en secreto.
Mientras pensaba en esto, el Ángel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: «José, hijo de David, no temas recibir a María, tu esposa, porque lo que ha sido engendrado en ella proviene del Espíritu Santo. Ella dará a luz un hijo, a quien pondrás el nombre de Jesús, porque él salvará a su Pueblo de todos sus pecados.»
Todo esto sucedió para que se cumpliera lo que el Señor había anunciado por el Profeta: La Virgen concebirá y dará a luz un hijo a quien pondrán el nombre de Emanuel, que traducido significa: «Dios con nosotros.»
Al despertar, José hizo lo que el Ángel del Señor le había ordenado: llevó a María a su casa.
PALABRA DEL SEÑOR.
REFLEXIÓN
Se nos propone hoy la anunciación a José. Nosotros estamos más habituados a escuchar la anunciación a María que nos propone el evangelio de Lucas. Pero esta anunciación que trae el Evangelio de San Mateo no deja de ser rica e interesante en su contenido.
Primero se nos recalca el origen davídico de Jesús. Y eso en el Evangelio de Mateo cobra una importancia particular. Jesús es el heredero de aquellas promesas que Dios otrora hiciera al rey David. Por otro lado, aparece la figura de José -el hombre justo- que va a recibir a María y se va hacer cargo del hogar de Nazaret. José es entonces quien en verdad asume la voluntad de Dios y quiere vivir en ese camino de fe.